domingo, 3 de octubre de 2010

MITOLOGÍA

Al fracasar en la búsqueda de la mujer perfecta Pigmalión decidió esculpirla. Se enamoró de una de sus esculturas, Galatea. La observaba con verdadero fervor, pero la piel de Galatea era de mármol - frío y macizo, pálido y blanco como la nieve de enero - inerte.

Pigmalión estaba tan enamorado de la estatua que incluso soñaba con ella. Una noche soñó que Galatea cobraba vida. Se dirigió a donde estaba la estatua y notó que desprendía calor corporal y que las venas daban sus pulsaciones al explorarlas con los dedos.

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